jueves, 3 de noviembre de 2011

fantasmas amigables

El verano anterior, nadando entre las brumas espumosas de la cerveza recién descubierta, conocí a Julien. Nos gustamos inmediatamente y en menos de un mes ya compartíamos eventos de la magnitud del año nuevo, navidad y esas cosas. Si, un extranjero.

Estuvimos juntos un par de estaciones cuando a mitad de la tercera descubrió que ya no sentía el mismo fragor del comienzo y decidió abandonar la embarcación cuando aún no era demasiado tarde.

Yo acababa de mudarme y mietras todo eso pasaba me sacudía la suciedad del agua estacionada durante mucho tiempo en la piscina. No lo vi venir. Era impensado aunque sospechable, una ola que desarmó mi flequillo.